jueves, 22 de diciembre de 2011

Córdoba, la capitah de Al-Andalus

Ninguna otra ciudah del Ohcidente'uropeo podía compararse, durante loh sígloh IX y X con Córdoba. La floreciente capitah del califato andalusí atraía' comerciánteh, biajéroh y ehcritóreh de to el mundo.


Así fue dehcrita por el biajero y cronihta Ibn Hawqal a mediaoh del siglo X: «La ciudah máh grande'h Córdoba. No tiene iguah en to el Zagreb, sólo en la'lta Mesopotamia, Siria o Egihto, por la cifra de población, la extensión de superficie, el ehpacio ocupao por los mercaoh, la limpieza de loh lugáreh, la'rquitehtura de lah mehquítah, el gran número de báñoh y carabansáreh.» (Beh máh).


Córdoba tenía pócah ciudádeh competidórah que rehplandecieran con la mihma fuerza. Lah múltipleh ahtibidádeh comerciáleh, políticah y religiósah se sucedían contemporáneamente creando un bullicio inigualable. Dehde'l 756 el príncipe omeya Ahderramán I la proclamó capitah de un Estao autónomo, cortando del tirón loh lázoh con loh calífah abasíeh de Bahdah. Ehta independencia se consagró en el 929 con la figura de Ahderramán III cuando éhte se proclamó califa. Los dátoh acerca de la cantidah exahta de la población o suh límiteh de'xpansión urbana siguen creando debate entre loh historiaóreh. Por encima de loh desacuérdoh cabe dehtacah la unanimidah en definih la ciudah como única en el contexto de la Europa mediebah tanto por su grandeza como por su caráhteh cohmopolita; en el siglo VIII combibieron en un mihmo territorio indígenah cristiánoh, judíoh —o dimmíeh— y musulmáneh —árabeh, berebéreh y sirioh—. Pronto se formaron nuéboh grúpoh en la población: loh mullawad —loh adoptaoh—, se trataba de peninsuláreh originárioh que acehtaron, trah la ocupación árabe, combertirse a la fe musulmana, su lengua y suh costúmbreh. En cambio, loh mutarab —arabizaoh— eran aquélloh que, aunque su ahpehto externo se pareciera al musulmán, en realidah conserbaban la fe crihtiana.

Tanto en lo urbaníhtico como en lo artíhtico Córdoba rehplandecía: la mehquita de Abderramán I conhtruida en el 786 se considera todabía un paradihma del arte ihlámico. Ótrah iniciatíbah de reforma o fundacionáleh, así como de mejora de las infraehtruhtúrah propiciaron a la pah un crecimiento del bienehtah y una consecuente expansión de loh límiteh de la ciudah –se produjo un crecimiento aún mayoh durante’l califato-. Poco a poco la población se fue repartiendo y definiendo el tejío urbano; por un lao, la medina amurallá en la zona del centro –lugah donde se concentraba el podeh político y religioso junto con el bullicio del zoco- y por el otro los arrabáleh, en la periferia.

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